Unos 2,000 migrantes, en su mayoría centroamericanos, continuaron ayer su éxodo masivo desde la ciudad de Tapachula, en el sur de México, hasta que llegaron a una localidad a unos 26 kilómetros de distancia. Los migrantes empezaron a caminar antes del amanecer para evitar el calor abrasador.
Procedentes principalmente de Honduras y El Salvador, muchos iban acompañados por niños pequeños. Al mediodía de la segunda jornada del recorrido llegaron al poblado de Huehuetán, en el estado sureño de Chiapas. A diferencia de caravanas anteriores, la que partió el sábado de Tapachula no incluía tantos migrantes haitianos, luego de que miles de ellos llegaron a la frontera sur de Estados Unidos, a la altura de Del Rio, Texas, en septiembre.
Decenas de miles de migrantes de Honduras, El Salvador y Haití han estado esperando en Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, a que las autoridades mexicanas les otorguen sus papeles de asilo o de refugiados que podrían permitirles viajar, pero están cansados de las demoras en el proceso.
México requiere que los migrantes que solicitan una visa humanitaria o asilo permanezcan en Chiapas, limítrofe con Guatemala, para que sus casos puedan ser procesados. Anthony Beltrández, un cubano que dejó su país en 2018 para irse a Uruguay, llevaba mes y medio esperando en Tapachula por unos documentos que le permitieran llegar a la frontera sur de EEUU. “Demoraban mucho”, comentó Beltrández, restaurador de muebles, sobre los papeles. Así que decidió unirse al grupo de migrantes que partieron de Tapachula el sábado.