Miles de migrantes provenientes de Centro y Suramérica, el Caribe y África están retenidos el sur de México sin poder avanzar hacia la frontera de EEUU en busca de asilo. La desesperación y el hacinamiento convierten la zona en una bomba social que amenaza con estallar en cualquier momento.
“Ahorita, desde hace dos semanas, no hay citas para este año. Ya se terminaron las entrevistas en la COMAR. Entonces ellos lo que te dicen es que intentes, pero la página está colapsada.
Que intentes, intentes, pero usted intenta y nada, es falso”, denuncia Deyerlin Pérez (33), una de las más de 80,000 migrantes que aguarda en Tapachula (Chiapas), fronterizo con Guatemala, una oportunidad para seguir el viaje hacia la frontera sur de Estados Unidos donde pedirá asilo.
En la última semana al menos tres caravanas, cada una con cientos de migrantes, han intentado sin éxito salir de la ciudad en dirección al norte. “Los esfuerzos fracasaron porque el Gobierno de México no los deja, los reprime”, dice Irineo Mujica, director de la organización Pueblo Sin Fronteras. “A muchos les dieron papeles, pero no sirven para viajar, solo para estar en Tapachula”.