No es una inspiración, son circunstancias; las cosas suceden por alguna razón, no solo de manera espontánea, sino que algo lo motiva, así comienza el maestro Melanio Hernández a narrar cómo escribió el libro Nacho, con el que generaciones de dominicanos aprendieron a leer y a escribir.
La motivación de este libro fue buscar el equilibrio entre el método global avanzado de alfabetización “del todo hacia las partes” y del silábico, uno que estaba siendo abolido, que fuera entendible para los maestros y que resultó ser auxiliar dentro y fuera de las aulas por los casi 48 años que tiene Nacho.
Educador desde los 21 años, en la época de la tiranía, hasta sus 87 años, que cumplirá el próximo 20 de febrero, don Melanio ha hecho grandes aportes a la educación primaria y universitaria, y sigue con propuestas transformadoras.
Detrás del mostrador de su pequeña librería, que ya tiene 40 años, en Villa Altagracia, cuenta que, en 1963, al asumir el poder el presidente Juan Bosch, que instauró la democracia, tras los 30 años de dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, abrigó la educación como baluarte para la transformación que requería la sociedad. El profesor Melanio Hernández participó de esa primera reforma.
El profesor Bosch, autodidacta y escritor, en su accionar para implantar un método de enseñanza más actualizado, envió a 300 educadores, entre ellos directores de escuelas, directores de distritos y regionales, a la universidad de Río Piedras, en Puerto Rico.
“Nos enviaron a la universidad a Puerto Rico para que conociéramos otra cultura, otro método de enseñanza y fuimos internados para recibir, durante el verano, entrenamiento sobre metodología de enseñanza en diferentes asignaturas”, explica don Melanio.
En esa época se estaba promoviendo en América el uso de la escritura script o manuscript (manuscrito) como forma de alfabetizar, diferente a la letra cursiva, a partir de un cuestionamiento a la letra cursiva a fines del siglo antepasado y principio del pasado, que generó una corriente de opinión y de discusiones entre diferentes sicólogos y pedagogos.
“Y ahí surgió la llamada letra script, que se caracteriza por estar estructurada por círculos, semicírculos y líneas rectas, que es la se usa hoy en alfabetización en todas las escuelas del país. Esa corriente la trajimos nosotros aquí en el 1963 en el Gobierno de Bosch (derrocado siete meses después por un golpe de Estado), cuando fuimos a Puerto Rico, allá fue que la aprendimos y al regresar, iniciamos un proceso de entrenamiento a todos los educadores que alfabetizaban, sobre cómo usar la letra script”.
El Gobierno también adquirió libros de textos para alfabetizar, que ya venían en letra script llamada: “Por el mundo del cuento y la aventura”, que contenía tres ejemplares: uno de motivación, otro de alfabetización, y reforzamiento de la alfabetización, que fueron llevados a las escuelas.
En este proceso multiplicador tiene una participación directa don Melanio, igual que quienes fueron a capacitarse a Puerto Rico, que comenzaron a entrenar al magisterio nacional.
La serie “Por el mundo del cuento y la aventura” tenía un manual para el maestro. Era bien concebido, se fundamentaba en el método global, que partía del todo hacia las partes, de una oración que se debía descomponer hasta llegar a las partes, diferente al que existía hasta ese momento que era el método silábico, que el niño partía de la sílaba hacia la palabra y de la palabra hacia la oración”.
Ese método global, del que don Melanio estuvo inmerso, se implementó en las escuelas por 10 o 12 años (principio de la década del 70), pero a escondidas los maestros seguían alfabetizando con el silábico, “y los libros cuando nos retirábamos de los entrenamientos, los maestros los guardaban, porque la mayoría no los entendía.
Era un método complicado para el maestro de entonces, que no tenía mucho nivel, ya se ha superado bastante, pero tenían mucha deficiencia y no entendía el método.
Cuando la dictadura había maestros que apenas sabían leer y escribir, luego se le exigía un octavo grado, para la zona rural, y bachillerato para la urbana; él entró a impartir docencia a la escuela Angelita Trujillo, en 1956, en Villa Altagracia, siendo bachiller, sustituyó a otro que había cursado el octavo. Los salarios no eran atractivos: él devengaba 25 pesos mensuales.
Con la deficiencia que tenía el maestro de primaria, que no podía entender el método global, llevó a don Melanio a buscar un equilibro, un texto con ambas metodologías, global que a su juicio es el más productivo, recto y ágil, y uno que manejara las sílabas, pero dentro de palabras conocidas por el niño, y así fue que en el año 1973 escribió el Nacho, con la editora Susaeta.
“El método de educación más productivo, más conveniente, el que genera un lector más comprensivo y más ágil, es el método global, por eso se introdujo como método de alfabetización.
El que conocían los maestros dominicanos era el silábico, ma, me, mi, mo, mu , pa, pe, pi, po, pu, etc, entonces, decíamos: hemos fracasado con el método global; volver al método silábico era una tragedia y ahí es cuando surge la idea de hacer un texto que no fuera silábico directamente, pero más manejable por el tipo de maestros que teníamos, entonces elaboramos el texto fundamentado en uno que no se conocía mucho, llamado método de palabras normales, que es en el cual se fundamenta el Nacho”, revela.
En Nacho, de 80 páginas, se maneja la sílaba, pero no independiente, sino dentro de la palaba conocida por el niño, y era justo lo que buscaba este joven audaz. En este texto se destaca la sílaba dentro de la palabra, pero no suelta, ya el ma, me mí, mo mu, está contenida en oraciones como mi mamá me ama.
Duda en el éxito Escribió el texto, pero dudó de su éxito. La editora le sugirió el nombre Nacho, por el apodo de un niño de la familia de los dueños. Entonces lo propuso al Consejo de Educación, del que él era miembro, pero no participó, “por ética”. “Tuve dudas hasta que fuera aprobado por la Secretaría. Porque era un retroceso, era salir del método global a un método más atrasado.
Era un riesgo, por suerte, la editora presenta el libro. Yo era miembro del Consejo Nacional de Educación y, por ética, no participé en la aprobación y, cuando se aprueba, en 1977, se introduce como método de alfabetización”.